Los especialistas lo habían anunciado desde principios de siglo y actualmente es una realidad: la saturación de imágenes en el mercado provocaron una megadevaluación de proporciones (bíblicas). La realidad de hoy, las principales fuentes financieras establecen que una imagen no vale mucho más de 353 palabras. Instagram, Tik Tok, WhatsApp y otras aplicaciones que fomentan hasta la publicación de las flamantes hemorroides del abuelo generaron esta caída en el valor del píxel que lejos está de tener fin.