Hace unos años realice un trabajo científico sobre el uso de casco en una población de Uruguay. Nunca lo publiqué y hoy lo comparto con ustedes.
Título: Uso de casco por parte de motociclistas en Rosario, Colonia.
Autor: Dr. Fernando Martínez (*)
Estudio: observacional descriptivo
(*) Antes de que sigan leyendo, es importante que sepan que el doctor Fernando Martínez existe, es neurocirujano, docente universitario y que los datos de este artículo son 100% reales.
Introducción
Las recientes cifras presentadas por la UNASELVA (Unidad NAcional de SELguridad Vial y Anexos) nos alertan de que, en Uruguay, muere una persona cada 16 horas en siniestros viales. Se ha puesto en evidencia que el uso de casco por parte de conductores de motos y Otras Porongas de Dos Ruedas (OPDR, en adelante), es bajo. Para este trabajo hemos definido como OPDR cualquier vehículo de dos ruedas que no sea una moto como dios manda, ni una bicicleta. Se incluyen entonces: motocicletas, motitos, scooters, bicicletas con motor eléctrico incorporado y... bueno, otras porongas de dos ruedas.
Metodología
Estudio observacional descriptivo. El autor salió a correr un domingo a las 7 y pico por Rosario durante 56 minutos y, por lo tanto, esa fue la duración de la observación. El autor registró en su memoria todas las motos y OPDR con las que se cruzó en ese período (la memoria del autor es bastante mala, pero tá, nadie sale a correr con una laptop o una tablet). Algunos datos, el autor los fue registrando con los deditos de la mano, lo cual es bastante más confiable que la memoria de este energúmeno (nos referimos al autor). Así y todo, cuando se lo propone tiene memoria.
Resultados
El autor se cruzó con 45 vehículos que podrían ser incluidos en el estudio, pero el número final se redujo a 42. En dos oportunidades, se trató de dos motitos que fueron vistas viajando rumbo al almacén y, por lo tanto, el autor se los cruzó a la ida y a la vuelta del comercio. El otro caso se trató de un auto con una luz quemada que, de lejos, uno entraba como por un tubo que era una moto pero, al tenerlo casi arriba, el autor se percató que se trataba de un VW Passat, capaz de confundir a cualquiera (pero no catalogó finalmente ni para moto ni para OPDR).
Del total de 42 motos y OPDR, en 14 vehículos viajaba sólo una persona, en dos viajaban tres personas y en 26 viajaban dos personas. Los porcentajes no los pongo porque no me dan las pelotas, en todo caso calculen ustedes.
En definitiva, se detectaron un total de 72 personas viajando como choferes o acompañantes de motos y OPDR. Sobre la edad de los pasajeros, el autor no paró a nadie para preguntarle la edad (está loco, pero no tanto), así que los catalogó en adultos y botijas con el siguiente criterio: se incluyó en la categoría adulto a todo aquel que pareciera adulto y botija a todo aquel que pareciera un botija. Los adolescentes entraron en la categoría adultos para simplificar.
Se identificaron tres niños (botijas) viajando como acompañantes (por suerte). Uno lo hacía en una moto con dos ocupantes (al parecer su papá o quien puso la firma para reconocerlo) y los otros dos en una moto con tres ocupantes. De los tres botijas, dos viajaban adelante del conductor (a caballito en el tanque de nafta) y el otro apretujado entre dos adultos.
En cuanto al uso de casco, de los 72 seres humanos identificados en el estudio, 9 usaban casco, lo que hace un total de algo más del 12% (agarren las calculadoras, van a ver que es así). De ese total, 2 tenían los cascos en la mano y 7 lo tenían puesto en la cabeza (casi, casi, un 10%).
Conclusiones
Los uruguayos se caracterizan por creerse solidarios y modernos. Alguien nos metió el chuco de que somos la Suiza de América y nos lo creímos. Las recientes cifras obtenidas sobre la UNASELVA nos muestran a las claras que somos un país sudamericano más. Y este estudio pinta un panorama prometedor para Uruguay: seguramente logremos que se pase de tener un muerto cada 16 horas a tener uno cada 14 o cada 12 horas. Los uruguayos saben superarse a sí mismos y están acostumbrados a luchar contra la adversidad como en Maracaná.
A modo de ejemplo, el Intendente de Cerro Largo sería una especie de Obdulio Varela moderno, que manda al carajo a todo el mundo y dice en voz alta (incluso como promesa electoral) que no va a controlar el uso de casco. Por otro lado, están los intendentes que dicen que controlan pero no hacen nada en la práctica.
Los efectos sobre la población son los mismos, pero estos nabos pierden votos. Analizando los resultados del trabajo en curso, dos personas usaban casco en la mano. En una intensa búsqueda bibliográfica no se encontró ningún artículo, en la literatura mundial, que muestre una disminución de la incidencia de fracturas en la mano por llevar el casco allí. Ojo, puede ser entonces esta investigación, made in Uruguay, la primera que abra la puerta de una serie de trabajos que permitan cambiar el rumbo de la ciencia.
Por otro lado, tres de 72 individuos que se juegan la vida a la lotería (perdón, que viajan en motos y OPDR) eran niños. Sobre la ubicación de los mismos, dos botijitas iban sentados en el tanque de nafta del birrodado, con pantaloncitos deportivos.
Todos sabemos cómo resbala el pantaloncito deportivo sobre el tanque y esperamos que el conductor del vehículo no se haya cruzado con un perro, pozo o auto, porque sino el botija estará ahora orbitando alrededor de la tierra. Dijimos también que un botija viajaba entre dos adultos. El adulto que viajaba detrás del niño tenía un enorme culo (no suerte, un culo grande, mismo), por lo que si aplicamos medidas biométricas regresionales estadísticas, podemos asumir que toda la persona era grande. En este caso también esperamos que el vehículo en que viajaba esta criaturita no haya encontrado escollos en su dirección, porque sino el citado adulto de gran biomasa lo haría bosta.
Para finalizar, esperamos que estos datos puedan ser insumos posibles para los intendentes o quienes deben fiscalizar el uso de casco. Si un inspector de tránsito se pusiera championes y saliera a fiscalizar como hizo el autor, hubiera multado a 35 de 42 vehículos, además de bajar un poco la lustrosa panza que muestran debajo de esas hermosas camperas de cuero compradas con nuestros impuestos.
Y ahora en serio: En menos de una hora me crucé con 42 vehículos de dos ruedas. Sólo SIETE tenían ocupantes con cascos. Si fiscalizaran un poco podrían educar. Me lo tomo en joda, pero es muy triste.
Créannos, vale la pena leer también…
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