uruguayTerminó la Copa América con victoria brasilera y hay que decir la verdad: tremendo equipo tiene Brasil, estaba robado *guiño guiño*. Para los peruanos fue una victoria también, tanto así que están pensando en bajar del caballo a Tupac Amaru, de la plaza Independencia de Lima, y subir a Paolo Guerrero. Por su parte, Tabárez le reiteró a sus jugadores que el camino era la recompensa y se ahorró unos pesos porque sacándoles el charter y haciéndolos volver caminando.

Un Muslera que no la tocó en todo el partido y fue un espectador de lujo... en los penales. Ni yo en Azabache (en las noches de salsa y reggeaton) veía pasar tanto por delante de mis ojos sin poder hacer nada al respecto.

Atrás estaban Godín y Giménez. Y digo estaban, porque a la mitad del partido Godín se fue a jugar de 9 y no volvió nunca mas. Giménez quedó mas solo que cuando iba a bailar a Lotus y decía que era de Toledo, igual sacó el partido adelante convirtiéndose en el jugador Dumbo (no, no es error tipográfico, la sacó hasta con las orejas).

Por los laterales tenemos a un Giovanni González y a un Pelado Fotoenbolas Cáceres, afianzados por sus bandas, estilizados en la subida, organizados en la asistencia, y ridiculizados por Paolo Guerrero cada vez que subía al ataque. No le pudieron anotar ni la matricula.

En el medio tuvimos una mixtura de marca, buen pie, orden, progreso y enanismo.

Adelante un Cavani, todavía un poco exaltado por haber clavado a los chilenos. Metió un pique espectacular para hacer el gol que le daba la clasificación a Uruguay. Pero, querido y muy creyente Cavani, Dios te da y Dios te quita, ahora te toca quitarte a ti y darle a los peruanos. Seguramente el diezmo fue más grande.
De Arrascaeta metió otro gol, pero también se lo anularon porque en el VAR pensaban que tenía prohibido hacer goles con la selección. Y a Suárez le anularon otro por quejoso, molesto e intenso (por suerte erró el penal sino también se lo anulaban).

O sea que el partido nos dejó tres festejos de goles interruptus y una eliminación merecida por la horda de yetas que sacó pasajes y entradas anticipadas pensando que Perú era papita p’al loro. La alegría que nos queda es que un montón de uruguayos pagó como 900 dólares para ir a Porto Alegre a cagarse de frío y mirar Perú-Chile.

Después de 4 postergaciones de horario no sabemos si por una tormenta eléctrica o por un ataque alienígena, se jugó el clásico en Boca Ratón. Nacional y Peñarol, Peñarol y Nacional, como se aburrieron de hacer desmanes acá, se fueron a romper el Charles Gutiérrez de Miami.

Asados en medio tanques, chorizos al carbón, tribunas compartidas, jodas, gastadas, aviones con carteles, y gallinas inflables alegraron las tribunas, donde a nadie, pero absolutamente a nadie, se le ocurrió hacer ni medio gesto belicoso... a sabiendas de que el SWAT gringo, en el mejor de los casos, los llevaba hasta el primer avión disponible a boleos en el orto, y con la marca de deportación a fuego en la nalga izquierda con la leyenda “make america great again, gil”

Kevin Trespiernas Dawson cumplió, y Luis Mejía sacó dos o tres goles cantados, sacó la visa de trabajo y hasta le sacó la lengua a Cannobio.

Un Cannobio que, dicho sea de paso, estaba como pito de octogenario: completamente imparable. Enloqueció a una floja defensa tricolor, y solamente le faltó meterla (en esto también se parece a, bueno, ya entendieron). Los goles vinieron de la mano de Bergessio por el lado tricolor (que se sacó la mufa de los goles clásicos), y de Gastón Rodríguez y Darwin Nuñez por el lado aurinegro. Dos jugadores, estos últimos, en quienes siempre confiamos y a quienes les dimos para adelante. Lo dijimos, ¿eh?


Por Jessica Putin, prima de Vladimir, periodista deportiva del programa radial Vestite & Andate. Clic AQUÍ para conocer más.




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