Cuando todo parecía indicar (tras la mala experiencia del primer caso uruguayo) que la moda de los payasos diabólicos ya había llegado rápidamente a su fin, el destino nos tenía deparada una sorpresa: no sólo apareció un nuevo caso sino que, además, ocurrió nuevamente en el departamento de Durazno (más concretamente en la localidad de Carlos Reyles, lugar también conocido como Molles). En esta oportunidad, a diferencia del caso anterior, la repercusión en redes sociales fue nula y el pueblo de menos de mil habitantes casi ni llegó a enterarse de su presencia (y mucho menos asustarse). Gracias a un mail enviado por el propio payaso a nuestra redacción logramos acceder a él y realizarle una pequeña entrevista.